Hace unos días oía en Par 72 la noticia de que Rory lanzo un palo al agua en un momento de enfado necesitando después un buzo para recuperarlo. No vi las imágenes hasta hace unas horas, me sorprendió que McIlroy hasta en un situación como esta, lanzaba el palo haciendo un swing suave, buscando un punto exacto del lago donde colocar el palo y quedándose tras ello en una posición perfecta con su pie derecho clavado de punta en el suelo, sus caderas y torso cuadradas con el objetivo…lo que no vi fue pasión, malestar, ni siquiera enfado en el movimiento, fue absolutamente controlado, me recordó más una práctica de approach, que irritación, malhumor o enojo.

Hace unas semanas en el funeral de mi padre pude ver a amigos suyos que hacia decenas de año que no veía, uno de ellos psiquiatra militar, Paco, en ese momento en que todo el mundo se acerca a darte el pésame hablo conmigo de mi padre y de golf, a sus 84 años sigue jugando. Su mujer me decía, “se va al pasillo de casa, a lo largo del día, para hacer swings al aire”. A pesar de lo duro del momento para todos, sonreí con complicidad al amigo de mi padre y le dije que yo hacía lo mismo, incluso en medio de la calle. Paco me comento que la práctica del golf era una manera de mantenerse apasionado, activo y focalizado.
Hace algunos meses, mi familia y yo nos mudamos, cambiando también de supermercado, tras probar varios sitios nos decidimos por uno donde la calidad de la carnicería era excepcional, ya llevábamos varias compras y estábamos satisfechos. Un día que tocaba reponer existencias, al entrar y pasear por los pasillos de aquel lugar, me di cuenta que estaba prácticamente solo, aprovechando la situación me dirigí hacia la carnicería donde siempre solía haber mucha gente. A lo lejos vi un carnicero que no había visto antes, miro a su alrededor sin verme y tras ello, realizo un bonito, suave y medido swing con la hachuela filetera en la mano, quedándose perfectamente parado tras ello despaldas a mí. Sonreí y avance hacia él, cuando empezó a hablar su acento le delato, “¿de qué parte de Colombia es usted?” le pregunte, me contó, sorprendido, que era de Cali y mientras me servía el pedido nos fuimos contando la vida. Yo que mi familia era hispano-colombiana, de ahí que le hubiera reconocido y el, que era un caddie profesional colombiano que hace 15 años se vino a España con la ilusión de continuar con su profesión aquí, algo que le fue imposible pues los campos españoles no contemplan la figura del caddie entre sus servicios. Así que por ello fue su cambio profesional, seguía jugando todas las semanas en un campo cercano y hemos quedado para hacerlo próximamente. “Y si quiere Mariano, le hago de caddie en algún campo que vaya a jugar, solo por el placer de practicar mi otra profesión que tanto echo de menos”, me comentó.
Jairo, así se llama, no ha perdido ni la ilusión por el golf ni por mejorar su juego, aunque añora no poder seguir viviendo de él, así que si me ven de ahora en adelante con caddie, ya saben a qué se debe, a una maravillosa casualidad.
Yo he tenido muchas casualidades en mi vida que la han cambiado, una de ellas ha sido poder abandonar mi profesión para vivir ahora del golf, soy coach profesional. Trabajando hace unos días con un cliente, profesional del golf en distintas vertientes, hicimos una extraña aunque fructífera sesión exprés en el parking de un campo de Madrid, en vez de jugando o en su despacho como solemos hacer siempre.
Mientras me contaba los problemas con su jefe, su novia y su ex mujer, con una cara preocupada, desencajada y triste, gesticulaba con las manos mientras hablaba, su torso estaba quieto y enfocado en mí, sin embargo sus caderas así como su pierna derecha empezaron a moverse, hasta que se quedaron perpendiculares a mí en un stand perfecto. Aun en un momento como este difícil de su vida, su inconsciente automáticamente realizaba swings, que evidentemente combinados con las preguntas que le fui haciendo le fueron relajando y haciendo encontrar las soluciones para esos malos días que últimamente había tenido.
Todos estos ejemplos de tan dispares jugadores estoy seguro que les habrán recordado a ustedes mismos en algún momento. ¿Será que todos necesitamos tratamiento?, no, no lo creo. Estas costumbres tan arraigadas, automáticas e inconscientes pudieran parecer algún trastorno psicológico o psiquiátrico, sin embargo no lo son.
Nuestros deseos de conseguir un swing perfecto y mejorar nuestro juego, junto con la pasión y disfrute que obtenemos, es un objetivo que necesita de práctica, esfuerzo y de canalización de esa energía de una manera focalizada hacia la meta, así que salvo raras excepciones un coach es la persona que le ayudará para obtenerlo.
Así que continúe haciendo sus swings al aire, para mejorar, practicar, relajarse, sentirse activo, focalizarse…y para recordarse que usted es golfista en cualquier momento de su vida.
¡Ah! Y en cuanto a Rory,tiene psiquiatra, carnicero, caddie, entrenador, coach… no creo tampoco que necesite tratamiento si no cambiar de coach, un buzo de plantilla o un militar con una hachuela que le haga desistir de estas reacciones, aun no lo tengo muy claro.
Mariano Ángel Puerta es director y creador del Método Coaching Golfwww.coaching-golf.com. Coach profesional, es el coordinador del curso de experto en Coaching Golf por la UNED donde, además, ejerce como profesor.www.coachinguniversity.es